domingo, 13 de junio de 2010

Un canon


UN CANON




Comala; la baronesa Karen Christentze Dinesen de Rungstedlund (basta con el nombre); algunos versos medievales en boca de mujer; la irresponsabilidad millonaria de Barnabooth; la cobardía de Sancho en la aventura de los batanes; el fracaso absoluto y analítico de Marcel (sólo un fragmento); el estilo con que tira la cerveza Hrabal; el cuento del hombre que ríe; algunos versos de Álvaro de Campos; la epifanía en Los muertos; los amaneceres en el grande sertão de Guimarães Rosa; el capítulo central de Al faro; El Leviatan de Roth (el borracho); La casa de muñecas de Katherine Mansfield; alguna genialidad disimulada de Chéjov; la clara melancolía de Bassani; todo lo que, con buen juicio, dejó de escribir Henry James y, desde luego, algún escupitajo de Baudelaire.

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